jueves, 30 de junio de 2016

Florencia Abadi

desamor

–qué raro sería, le digo,
muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez
una lluvia que dé señales más claras–
hablar me avergüenza
debajo de mi cama quedó un osito durante años
lo miré con amor muy pocas veces
me hizo sentir tan fría
ese osito de mierda
que casi hablo
me sonrojé a tiempo, ése es el punto
es sexy la vergüenza
no se parece a nada





Florencia Abadi
Nació en Buenos Aires (1979)
En 2001 publicó malaluz (Persé), y en 2009 saldrá Otro jardín (Bajo la luna).

martes, 8 de marzo de 2016

Paco Moral

''Ladies and gentleman'' 

Las conocidas, las desconocidas,
las innombradas, también las que no fueron
más que pura entelequia.

La mujer de la esquina,
la solitaria y triste, la vencida.
La muchacha del sexo de aire,
da igual si era en un mail o en un eseemeese.
La negra congoleña,
de la que nunca supe si parió veinte hijos
o diecinueve huérfanos.
La rubia de las piernas imposibles,
la rusita liada con un borracho
desvencijado y sucio.
La chica que se enfrentaba al cáncer
con la esperanza del que juega en casa
el partido de vuelta. La inconsciente
de bendita inconsciencia.
La que venció a la muerte.
La del sexo de medusa y amplias faldas de flores.
La que llegó a amar a su asesino
múltiple. Multiplicada. Esa que lo llevaba
de viaje por el mundo en su maleta
de deseo y de humo
hasta que vio la muerte y supo con certeza
que era su propia muerte.
Las chicas de la panda, y las amigas.
Mercedes y sus resurrecciones.
Marta, la pobre y dulce Marta.
Y Julia, la mafiosa más bella,
la más jodidamente puñetera
también.
La morenita con la cara seca
con tantas pecas como mala leche.
La chica de la ducha, la que se masturbaba
quitando la alcachofa durante largo rato
hasta que el agua vívida
le arrugaba los dedos.
Las salvadoras oncocerteras,
aprendices de bruja,
cátedras de cariño.
Sara, el alter ego, zapatos de colores.
Mariví y sus milagros (y sus bragas turquesa).
La flacucha, piernas de gallinita
subida a sus tacones. La perversa
del gloss con purpurina.
Y la gorda de piernas de elefante
y carácter de búfalo.
La hipócrita.
La que siempre mentía.
La aduladora.
La enamorada despechada.
Las que están siempre, pongo por caso Olga.
Las que a menudo, y no digo ya el nombre.
Las que a veces, que fueron muchas, muchas,
ya sé que demasiadas.
Las que nunca y su lista interminable.
La que no supo amarme.
También las que me amaron torpemente.
A las que nunca amé, y también las que nunca
me amaron, por idiotas.
La dependienta de la tarta de tomillo,
la de Vilnius
que tanto te miraba.
La puta de aquel bar de carretera en Rusia,
la gritona.
La del tacón de aguja, el picaglandes.
La de las medias de cristal y el sexo de agua.
La de la casa verde de Burano.
La de los ojos rojos de llantina.
La del poema azul, y el libro blanco.
La vendedora de telemarketing.
La zorra de las uvas de la ira.
La triste abandonada de la copla,
la que a nadie interesa.
La amante del bolero.
La pérfida del tango.
Y la del tanga negro de humedad imposible.
La vendedora en Zara.
La poeta.
La chica de Ipanema, en la pastelería.
Y la escritora de las muchas muertes.
La de la Plaza Roja, encarnizada al lado
de la momia de Lenin.
La de los cinco sin sacarla, la famosa actriz porno
con la que nos reímos a menudo.
La estrecha que insinuó que yo tenía
muy malas intenciones, y la otra,
la insaciable que quiso matarme un mediodía
en la parte trasera de mi coche
y casi lo consigue.
Las que te configuran, sin que ni tú ni ellas
lo lleguéis a saber.
Las que te hacen.
Y las que me moldean a través de tus manos
y de tus utopías.
Todas ellas y tú.
Tú siempre.

sábado, 1 de agosto de 2015

Julián Marcel


"que otros se jacten 

de seguir dándole trigo 
a la muerte
a sus cadenas cotidianas
y a los fantasmas de tristeza
yo seguiré alimentando 
esta usina esta casa
donde habita 
mi sangre 
mi llaga
mi espíritu"

lunes, 13 de julio de 2015

Oliverio Girondo


¡ Todo era amor... amor !
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡ y nada más que amor !



jueves, 11 de junio de 2015

Constantino Cavafis


Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no sólo los lechos en que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
brillaban en los ojos manifiestamente,
y temblaban en la voz -y algún
obstáculo casual los hizo vanos.
Ahora que todo ya está en el pasado,
parece casi como si a los deseos
aquellos te hubieses entregado -cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.





(Fotografía de Ralph Gibson.)  



martes, 12 de mayo de 2015

Rainer Maria Rilke


Día de otoño

Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles aún dos días cálidos,
úrgeles a su madurez y pon
en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo, solo estará,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el arrastrarse de las hojas.



sábado, 25 de abril de 2015

Alejandra Pizarnik



Todo en su debido orden, a su debido tiempo... ni antes, ni despues...
Ese instante que no se olvida. Tan vacío devuelto por las sombras. Tan vacío rechazado por los relojes. Ese pobre instante adoptado por mi ternura... Desnudo, desnudo de sangre de alas. Sin ojos para recordar angustias de antaño.Sin labios para recoger el zumo de las violencias perdidas en el canto de los helados campanarios.
Ampáralo niña ciega de alma. Ponle tus cabellos escarchados por el fuego. Abrázalo pequeña estatua de terror. Señálale el mundo convulsionado a tus pies... A tus pies donde mueren las golondrinas tiritantes de pavor frente al futuro. Dile que los suspiros del mar humedecen las únicas palabras por las que vale vivir. Pero ese instante sudoroso de nada, acurrucado en la cueva del destino, sin manos para decir nunca, sin manos para regalar mariposas a los niños muertos.


Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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